3 claves para entender el papel de la agricultura en la seguridad alimentaria
En los últimos tiempos escuchamos o leemos con frecuencia el concepto seguridad alimentaria. Forma parte del segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, que pretende poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria, mejorar la nutrición y promover la agricultura sostenible.
Según la FAO, la seguridad alimentaria implica que “todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias, a fin de llevar una vida activa y sana”
Es un objetivo prioritario para el planeta y, al mismo tiempo, complejo puesto que tiene en cuenta las necesidades nutricionales de los consumidores en todas las etapas de la cadena alimentaria, desde la producción, la manipulación posterior a la cosecha, el procesamiento, la venta y el consumo. Y, lamentablemente, la realidad es que los problemas de salud y nutrición siguen existiendo (malnutrición, sobrepeso, obesidad…).
En este sentido es por lo que no es casualidad que en ese tercer ODS la agricultura sostenible tenga un protagonismo importante. La producción agrícola debe ir de la mano de una evolución en las prácticas de producción y de consumo, todas ellas centradas en lo orgánico, lo saludable, lo sostenible y con cero residuos y toxicidad.
Por eso destacamos 3 claves del papel de la agricultura en la seguridad alimentaria.
Una adecuada gestión de la agricultura para responder a la demanda alimentaria
Sólo con una gestión acertada de la agricultura será posible responder a las necesidades alimentarias de una población en crecimiento
Distintos organismos internacionales estiman que la población mundial actual es de alrededor de 8.000 millones de personas, con un aumento proyectado de 10.000 millones para 2050. El aumento sostenido de la población genera un escenario de presión para la producción de alimentos, es decir, la actividad agrícola deberá aumentar considerablemente su producción. Pero, además, deberá hacer de forma sostenible, para no poner en peligro la seguridad alimentaria ni su capacidad de abastecimiento para las personas.
Y es que alimentarse de una forma saludable y nutritiva sólo es posible si el sector agrícola es capaz de producir alimentos de calidad y en cantidad suficiente para la creciente demanda alimenticia de una población que no para de crecer. Por eso la producción de alimentos debe contar con los nutrientes necesarios y en ello tiene mucho que decir la aplicación de bioestimulantes como herramienta para aumentar el rendimiento de los cultivos, sin perjudicar su futuro y, además, respondiendo de manera reactiva ante condiciones de estrés abiótico y biótico que pueden perjudicar la producción agrícola.
Precisamente por ello también España y otros 133 países han firmado recientemente la ‘Declaración sobre agricultura sostenible y sistemas resilientes’, un texto en el que los gobiernos se comprometen a incluir formalmente por primera vez la alimentación y la agricultura en los planes climáticos nacionales antes de la COP30 y a aumentar su financiación.
Una agricultura responsable responde a la situación medioambiental del planeta
Una agricultura sostenible, adaptada al cambio climático y protectora del medio ambiente
La agricultura es un motor económico y un sector indispensable para la sociedad. Pero, tal y como señala la FAO, el uso de las tierras de cultivo es responsable de más del 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero y de un altísimo consumo de agua a nivel mundial. Además, se estima que más de un tercio de toda la producción agrícola global se desperdicia; y, a pesar del aumento constante del rendimiento de los cultivos, cerca de 700 millones de personas pasan hambre.
Está claro que el sistema necesita ajustes urgentes. Y precisamente las soluciones que ofrece MAFA para los cultivos intentan responder a esos ajustes, a necesidades y prioridades como:
- Frenar la degradación del suelo. El uso de probióticos y prebióticos es fundamental si queremos mantener suelos con vida y, por tanto, fértiles para la producción agrícola.
- Minimizar el impacto de la agricultura en el cambio climático con biosoluciones residuo cero.
- Mejorar el control de enfermedades y plagas.
La biotecnología al servicio de una agricultura productiva pero comprometida
Una agricultura que convive con el entorno y ‘colabora’ con él
Y es que la ciencia, la investigación que se lleva a cabo con herramientas como las que proporciona la biotecnología, permiten utilizar el conocimiento cada vez mayor que tenemos de nuestro entorno, de su biodiversidad, para aprender de él y convivir con él. Ello nos permite aprovechar lo mucho que nos ofrece en beneficio de algo tan necesario como nuestra alimentación. En todo ello es central proteger a los cultivos de enfermedades y hacerlos resilientes usando a los miles de seres microscópicos que viven en equilibrio con las plantas y el suelo.
Es decir, gracias a la investigación que hoy día se aplica a la agricultura es posible conocer la compleja y amplia comunidad microbiana que, al igual que ocurre con el organismo humano, también contribuye a la salud de árboles y plantas.
La innovación y la sostenibilidad también están unidas a técnicas agrícolas como la agricultura de conservación, que altera lo mínimo posible la composición del suelo y la biodiversidad y mantiene la estructura de los ecosistemas naturales combinando especies con un laboreo mínimo de la tierra.